Buscar este blog

miércoles, 12 de octubre de 2016

UN DÍA NORMAL EN LA UTU MALVÍN NORTE


Martes 21 de Agosto de 2012

Un día común y corriente en Utu Malvín Norte. Ha llovido bastante así que está todo embarrado, cosa que no advirtió el profesor de Física, que viene desde El Pinar en moto y tiene la costumbre de acarrear al menos seis bolsas de supermercado, lo cual desestabiliza su andar. Llegando sobre la hora muy apurado no advirtió que su idea de frenar era inútil: fue a dar con las seis bolsas, la matera, su mochila, el casco y sus noventa kilos en el hall del instituto, llevándose consigo a la profesora de idioma español, con su angelical gabardina celeste y su largo cabello rubio, terminando ambos uno encima del otro frente a la puerta de la dirección en el momento en que el director despedía a las autoridades, explicándoles de la normalidad de los cursos y las excelentes condiciones del edificio. Ayudados por los que allí estaban, se dirigieron al baño, la profesora en primer lugar y el profesor en segundo lugar, ya que no hay baños de damas y caballeros. Esto hizo que este último tuviese que esperar duro como una estatua en la puerta del baño, con sus lentes brillantes, que era lo único que podía dar pistas de quién era el hombre detrás del barro. Los alumnos le tomaron fotos mientras el profesor decía algo acerca de la velocidad y la aceleración, que los hacía asentir entre risas. Por otra parte, el profesor Uvarov había programado una cena de camaradería con los alumnos para la noche, para lo cual había traído una pata de cerdo enorme, cruda, que quería poner en alguna heladera de los alumnos de cocina. Como la subdirectora le indica que no es conveniente, ya que a veces desaparecen frankfurters y panes, Uvarov comenzó a recorrer la escuela con la pata al hombro el resto del día, apareciendo en reuniones de profesores y en salas de informática, buscando un sitio adecuado. Cuando llegó a los salones que se hicieron en contenedores, encontró a los profesores de mecánica automotriz, Rivero y valiente, intentando levantar semejantes moles, ya que una familia de gatos se había quedado atrapada en un hueco que traen estos artefactos y nadie los había rescatado desde el día anterior. Maullaban como locos, pero como están en época de celo, nadie les prestaba atención. Rescatados los gatos, el profesor Uvarov, que también es ingeniero, descubre que existen dos aparatos de refrigeración en estos salones, nunca utilizados, y decide ponerlos a funcionar con dos objetivos: inaugurar tal comodidad y resolver el tema de la pata de cerdo. Necesita algo parecido a una tela suave, una especie de filtro, para que los aparatos funcionen. De pronto recuerda que luego de la entrada triunfal del profesor de Física, quedaron inutilizados muchos pañales descartables que volaron por todos lados en el impacto. Ya habían sido tirados a la basura por lo cual consiguió un enorme palo para revolver los enormes cubos de residuos de la escuela. Finalmente, ayudado por los dos profesores de Mecánica y algunos alumnos que preguntaban a qué hora sería la cena de camaradería, dieron vuelta aquellos enormes recipientes, volcando todo su contenido en la puerta de la cantina, local contiguo al depósito. A todo esto, cinco alumnos que estaban aburridos de esperar a los profesores de Mecánica para tener clase, habían prendido fuego en la carpintería, argumentando que tenían frío. Fueron llevados a la dirección, donde quedaron a la espera de un castigo, una vez que el director terminara de despedir a las autoridades a la puerta por segunda vez. Como volvieron a aburrirse prendieron fuego avioncitos de papel que tiraron por la ventana, cosa que motivó que un vecino de enfrente llamase a los bomberos, ya que había visto la columna de humo del salón de carpintería y ahora unos vándalos, en lo que parecía un motín. Cuando los bomberos llegaron la viejita de portería los envió a ayudar a dar vuelta los contenedores, que fue lo que ella dedujo que era como para llamar a los bomberos. Unos diez profesores gritábamos encerrados en Biblioteca, porque unos alumnos se habían percatado que el candado había quedado colgado allí y nos encerraron. Gritábamos inútilmente en medio de aquel ajetreo de incendios, pañales y gatos. Rompimos la puerta finalmente, que el director nos descontará a fin de mes de nuestros sueldos.

Finalmente la escuela fue amonestada por llamar a la estación de bomberos sin urgencia verdadera. (Cuando me venía, Uvarov, que le gusta hablar en alemán, me preguntó si no le ayudaba con la cena de camaradería. Pero no se pudo hacer: había desaparecido la pata).

                                                                                                                              Montevideo, Agosto 21/2012


No hay comentarios:

Publicar un comentario