Hoy me desperté temprano, casi no se podía
dormir, creo que fueron un par de horas nomas. Me quede hasta tarde viendo
porque aunque no les crea esta vez tenían que decir la verdad escondida, ellos
dicen que esta parejo pero todos ya saben el final, es esa sensación de que “ya
esta” que no me deja dormir. Como sea me levanto, no daba ni para comer algo,
estaba la necesidad imperiosa de cumplir, sí, me pongo una bandera en los
hombros, agarro ese documento y me apuro a llegar a la escuela que me toca esta
vez.
Hoy es especial, lo ves en la cara dela mayoría de la gente, más de la mitad sabe cómo termina, nos intercambiamos sonrisas cómplices y ganadoras con los que llevan los mismo colores de mi bandera. Vuelvo a casa y mi vieja ya despierta me arma algo de comer, me dice que después me voy y no vuelvo hasta tarde, ella ya fue más temprano y mira la tele viendo las primeras noticias, soy yo el que apago la tele, le digo que ya esto ya fue y pongo un cd que vino con el diario, lo subo a todo volumen y a ella se le dibuja la misma sonrisa, esa que le vi a los demás.
Mis amigos, todos, piensan igual que yo, tanto que hace días esta pago el asado en la esquina, de la misma que salen los tambores todos los fines de semana, la comparsa lleva otros colores pero este año la bandera más grande era la misma que yo tenía en mis hombros, es que nos unía a todo el barrio, como pocas veces todos del mismo lado. Todavía no es el medio día y en la esquina somos varios, algunas horas antes de la pactada nos gana la ansiedad y con unos tambores vamos haciendo tiempo. Algo también se puede tomar. Igual después del asado la idea es ir al centro temprano, se va a llenar de gente, nadie se quiere perder nada, todos saben que hoy es el día.
Los tambores hoy suenan más que siempre, los templaron en el mismo fuego del asado. Los que van llegando más tarde, van trayendo algún dato, que las encuestas eran mentira, la diferencia es más amplia, ya lo sabíamos desde ayer. Ya no da para más estar en barrio y salimos caminando para el centro.
El camino es distinto a lo que pensábamos, ya desde el palacio por Libertador es casi imposible seguir, una multitud ya está ahí y empezamos a caer en el viaje de lo que pasaba. Capaz, uno más joven lo vive distinto pero el cambio para algunos es enorme. Veteranos que envueltos en la bandera, con la cara desencajada de emoción ya te confirman el triunfo sin decir una palabra, agradeciéndote al mismo tiempo. No es el único, pasa en todas las esquinas, en todas la cuadras, pasa en todas las personas y se contagia, te pones a pensar en lo que pudo vivir esa gente, lo que le debe estar pasando y resulta imposible ponerse en el lugar, apenas da para entenderlos.
Cae la noche, algunos dicen que somos más de 400.000 los que estamos ahí, ya estamos llegado a 18 y nunca vimos nada igual, como podemos llegamos a la plaza. En frente está el hotel donde espera el tipo que cambio la historia, la historia la cambiamos todos. Me subo al techo de una parada para ver mejor, me siento en silencio, no puedo dejar de ver la cara de la gente, ya desde que veníamos en el camino. Abrazos de personas que no se conocen pero a la vez sí, cómplices de un pasado que hoy les da una revancha. Algunos seguro perdieron gente, ellos o algún conocido pero es el común entre los más grandes. Esos abrazos entre esa gente hablan mucho, cuanto se diciendo, cuanto estarán recordando, a quien. Al menos hoy el destino les da una mueca de revancha, algo pudieron hacer, imposible dejar de verlos. La gente ahora se vuelve a unir esta vez en un grito, y siento por primera vez las palabras que más de 10 años después todavía se repite en propios y extraños “Festejen Uruguayos, festejen”.
Hoy es especial, lo ves en la cara dela mayoría de la gente, más de la mitad sabe cómo termina, nos intercambiamos sonrisas cómplices y ganadoras con los que llevan los mismo colores de mi bandera. Vuelvo a casa y mi vieja ya despierta me arma algo de comer, me dice que después me voy y no vuelvo hasta tarde, ella ya fue más temprano y mira la tele viendo las primeras noticias, soy yo el que apago la tele, le digo que ya esto ya fue y pongo un cd que vino con el diario, lo subo a todo volumen y a ella se le dibuja la misma sonrisa, esa que le vi a los demás.
Mis amigos, todos, piensan igual que yo, tanto que hace días esta pago el asado en la esquina, de la misma que salen los tambores todos los fines de semana, la comparsa lleva otros colores pero este año la bandera más grande era la misma que yo tenía en mis hombros, es que nos unía a todo el barrio, como pocas veces todos del mismo lado. Todavía no es el medio día y en la esquina somos varios, algunas horas antes de la pactada nos gana la ansiedad y con unos tambores vamos haciendo tiempo. Algo también se puede tomar. Igual después del asado la idea es ir al centro temprano, se va a llenar de gente, nadie se quiere perder nada, todos saben que hoy es el día.
Los tambores hoy suenan más que siempre, los templaron en el mismo fuego del asado. Los que van llegando más tarde, van trayendo algún dato, que las encuestas eran mentira, la diferencia es más amplia, ya lo sabíamos desde ayer. Ya no da para más estar en barrio y salimos caminando para el centro.
El camino es distinto a lo que pensábamos, ya desde el palacio por Libertador es casi imposible seguir, una multitud ya está ahí y empezamos a caer en el viaje de lo que pasaba. Capaz, uno más joven lo vive distinto pero el cambio para algunos es enorme. Veteranos que envueltos en la bandera, con la cara desencajada de emoción ya te confirman el triunfo sin decir una palabra, agradeciéndote al mismo tiempo. No es el único, pasa en todas las esquinas, en todas la cuadras, pasa en todas las personas y se contagia, te pones a pensar en lo que pudo vivir esa gente, lo que le debe estar pasando y resulta imposible ponerse en el lugar, apenas da para entenderlos.
Cae la noche, algunos dicen que somos más de 400.000 los que estamos ahí, ya estamos llegado a 18 y nunca vimos nada igual, como podemos llegamos a la plaza. En frente está el hotel donde espera el tipo que cambio la historia, la historia la cambiamos todos. Me subo al techo de una parada para ver mejor, me siento en silencio, no puedo dejar de ver la cara de la gente, ya desde que veníamos en el camino. Abrazos de personas que no se conocen pero a la vez sí, cómplices de un pasado que hoy les da una revancha. Algunos seguro perdieron gente, ellos o algún conocido pero es el común entre los más grandes. Esos abrazos entre esa gente hablan mucho, cuanto se diciendo, cuanto estarán recordando, a quien. Al menos hoy el destino les da una mueca de revancha, algo pudieron hacer, imposible dejar de verlos. La gente ahora se vuelve a unir esta vez en un grito, y siento por primera vez las palabras que más de 10 años después todavía se repite en propios y extraños “Festejen Uruguayos, festejen”.
Pablo
Silva
3ro BP1
Escuela Nº2 “Julio Cesar”
3ro BP1
Escuela Nº2 “Julio Cesar”



